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Información para pacientes

Oftalmología distiroidea

La Oftalmopatía distiroidea es una enfermedad que afecta la Órbita (espacio óseo donde se aloja el globo ocular) y la glándula Tiroides. Mayormente se presenta en pacientes hipertiroideos (hormonas tiroideas elevadas), pero también puede presentarse en hipotiroideos (hormonas tiroides disminuídas) o eutiroideos con menor frecuencia (pacientes con hormonas tiroideas normales). Es conocida también como: Enfermedad u Orbitopatía tiroidea o Oftalmopatía de Graves- Basedow.
La Oftalmopatía distiroidea es más frecuente en mujeres de edad media y un factor que contribuye a su aparición y a su severidad es el tabaquismo. Es de origen autoinmune, es decir que el sistema inmune ataca células del propio organismo generando inflamación en los tejidos que se encuentran alrededor del ojo (tejidos orbitarios) como los músculos que mueven el ojo o los párpados, la grasa orbitaria etc. Se la puede dividir en dos etapas: la Etapa activa (inflamatoria) donde la enfermedad progresa y la Etapa cicatrizal.  Es muy importante determinar en qué fase se encuentra cada paciente, ya que dependiendo de ello requerirá tratamiento médico o quirúrgico.
La etapa activa inflamatoria dura en promedio 18 meses pudiendo variar de individuo en individuo. Suele llegar a su fin espontáneamente, sin embargo, muchas complicaciones serias oftalmológicas pueden surgir durante este tiempo y persistir posteriormente. En esta etapa se produce la inflamación de los tejidos orbitarios cuyas manifestaciones típicas son: hinchazón y enrojecimiento de párpados, irritación y dolor ocular, sensación de arenilla (ojo seco), dolor al movilizar los ojos, aumento de la apertura del ojo (retracción palpebral) con mayor frecuencia, aunque también puede presentarse caída del párpado superior (ptosis palpebral). Otros signos y síntomas característicos son: Visión doble (diplopía), desviación ocular (estrabismo), desplazamiento de los ojos hacia afuera (exoftalmos) donde los pacientes aparentan tener “ojos saltones”. No necesariamente todos estos signos y síntomas estarán presentes en el paciente que padece esta enfermedad así como también pueden afectarse uno o ambos ojos. En algunos  casos, la inflamación es muy severa y puede comprimir estructuras vitales para la visión, produciendo disminución de la misma o generando úlceras difíciles de curar que pueden llevar a una importante infección.
El tratamiento es con lubricantes oculares y observación en los casos más leves. Y en casos moderados y severos tratamiento con corticoides locales (en los tejidos perioculares) o endovenosos, e incluso puede ser necesario recurrir a la Radioterapia, según indicación del oftalmólogo especialista. Además del los tratamientos oftalmológicos mencionados, debe tratarse la enfermedad tiroidea de base con un endocrinólogo. La cirugía en esta etapa se reserva únicamente cuando hay riesgo de pérdida visual ya que los cambios orbitarios pueden seguir produciéndose a lo largo de la misma.
En la Etapa cicatrizal ya no hay más cambios inflamatorios pero pueden quedar secuelas de la etapa anterior, como por ejemplo: ojos saltones, bolsas y modificaciones en los párpados inferiores y superiores, exceso de piel, desviaciones oculares y visión doble. Es aquí cuando se recomiendan las cirugías con fines funcionales (recuperar una función normal del órgano) y/o estéticos. Dichas cirugías son la Cirugía correctora de párpados (Blefaroplastia), la Cirugía de Estrabismo (alineación de los ojos) y la Cirugía de Descompresión orbitaria, en donde se amplía la cavidad ósea para que el globo ocular y los tejidos se reacomoden en ella.

Es recomendable que todos los pacientes con diagnóstico de enfermedad tiroidea y presencia de síntomas oculares realicen una visita al Oftalmólogo, donde se les realizará una evaluación completa y ,en los casos que requiera, se solicitarán estudios por imágenes y de laboratorio para determinar la presencia de esta patología.

Colaboración: Dra Agustina Galmarini. Médica Oftalmóloga